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Mostrando entradas de agosto, 2013

Distancia

Veo tu espalda, caminas delante de mi, por dónde la senda se estrecha, se enreda entre los arbustos, se curva, y por un instante pierdo tu rastro. Sólo tu sombra se percibe huidiza, fugaz, colérica. ¿Cuándo abandoné tu compañía? ¿en qué momento dejaste de caminar a mi lado? ¿por qué motivo sucedió esta distancia que crece y nos aparta? Te persigo, no te alcanzo, me agoto de buscar tus pasos, de llamarte mientras sigues caminando en esta lejanía de tiempo y soledad que no ceja, que nos abunda y nos separa ineludiblemente.

Horas prestadas

Hay vestigios que imploran historias, relatos antiguos que cuentan falsedades y poemas nuevos, sordos, ciegos de presencia, en los que escribimos sin piedad todas las dudas que nos sostienen. Hay puertas que nunca se abren y latitudes que jamas avistaremos; la senda es la única certeza que nos ampara, la luz el único equipaje posible. No hay deudas en la palabra ni respuestas en el silencio de todas las horas prestadas.

Conformidad

Imagen
Ya no espero nada de la vida ni deseo más de lo que me ha dado La luz en las ventanas el barro sacrílego de la lluvia la mirada cúspide de los niños su voraz inocencia las manos que se buscan el aire purísimo del bosque sus deshilachadas sombras Ya no pido nada más a la vida ni busco en sus bondades más respuestas ni ofrendas Me bastan los pasos que dí la medida de los años perdidos su compañía sin descanso la voz y el grito del poema una palabra sola el vocablo timbrado de su sonido cuando se nombra amor ternura adiós melancolía soledad también ira olvido lujuria Ya no imploro nada más a la vida de lo que ya me ha dado las certeras razones de ser las presencias requeridas la orfandad de las cosas inhabitadas la ceguera de los transeúntes la velocidad de los pájaros el paisaje descubierto un día que nunca acaba Pero no le abasteceré más del dolor o la incertidumbre de las renuncias en jaque el tiempo desprovisto la edad truncada la sol

Autopsia

Abrirlo, escalpelo en mano, con la finura de un delineante. Husmear en su interior, sacar las tripas, los versos afectados; detectar el origen de su muerte, tal vez un sablazo, una tormenta de ideas, la ausencia. Esparcir sus sílabas por la mesa, por la fría mesa dónde descansan rimas ensangrentadas, pasos de libélula; y que el agua impune de los grifos se lleve por el desagüe palabras, consonantes, crepitados vocablos inservibles. Analizar las vísceras de la metáfora, determinar la hora exacta y el lugar de su sacrificio. Quién, como, por qué motivo; el tiempo que se requirió, las armas utilizadas, el silencio necesario para no ser descubierto, los atolladeros de papel por dónde transitó el poema aquel último día de su lectura, antes de ser acribillado sobre la papelera de plástico. Que nos pasen el informe de este cadáver de palabras inmediatamente; no es necesaria la firma ni su procedencia.