Mi madre
Mi madre regentaba en la cocina
Mi madre discutía el poder de los vapores
Mi madre cosía las mañanas con hilo de aceites
Mi madre disponía en la cocina
Mi madre regentaba en la cocina
el servicio de los fogones y los cubiertos
la obediencia de los platos y cacerolas
la posesión de las sartenes y cazuelas
Mi madre discutía el poder de los vapores
a las verduras y pescados
mientras exigía a las frutas el zumo necesario
y a las carnes su prestancia y aroma
Mi madre cosía las mañanas con hilo de aceites
y pan recién tostado
asía el desdén de los sueños con besos de leche
y mantequilla sobre las galletas
y a veces
sólo a veces
depositaba en la ventana una planta nueva
para ahuyentar los malos augurios
y alejar el vuelo pertinaz de las moscas
Mi madre disponía en la cocina
los paños y manteles
ordenaba los cajones y los estantes
del desordenado bullicio de la sal
y las legumbres
calculaba en las cerradas cajas
el contenido exacto de dulces
o medía con precisión
el exuberante vacío de las jarras
Mi madre regentaba en la cocina
el débil y sinuoso desliz de las caricias
el invocado beso
y el rubor de las palabras sencillas
no escatimaba en abrazos
ni en cómplices miradas
y a veces
sólo algunas veces
y con denotado disimulo
nos reñía y amaba
con la misma disciplina
con idéntica fiereza.
Mis desayunos con ella
ResponderEliminareran maravillas diarias,
cuando yo me levantaba
ya estaba el plato en la cocina.
Todo lo hacia porque sí,
porque le apetecía,
mejor dicho,
porque me quería.
Ya se acabó, terminó
como terminará todo
algún día, todo menos su recuerdo
que está conmigo todavía.
Es malo, ya lo sé, pero es la verdad. El tuyo sin embargo, me parece una maravilla.
yo hoy me acorde de sus torrijas y me he hecho un par de ellas, ni que decir tiene que sin estar malas por supuesto no sabian igual.
ResponderEliminarprecioso jose
No Paco, no es malo, nada es malo cuando se pone el corazón y el alma... y es cierto, siempre nos quedará su recuerdo. Yo todos los días la anhelo, como anhelo esos días en que su olor y su risa nos acompañaba... y tú, Lupe, no te pases con las torrijas e invita a tu hermano. Un beso muy fuerte.
ResponderEliminarUn emocionante poema para viajar a la infancia y homenajear a esa figura tan importante en la vida de cada persona. He estado leyendo tus últimas entradas. ¡Enhorabuena por tu hondura y sensibilidad! Un abrazo
ResponderEliminarGracias Armando, se hace lo que se puede, o lo que dicta el corazón y las emociones... de eso trata la poesía ¿no?. Reitero, gracias por tus visitas, es un aliciente más. Un abrazo.
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