Vestigios de la alegría


Quienes piensan que soy un hombre triste
se equivocan.

Este que os escribe es un hombre
felizmente cabreado,
de suerte generosa
y legua puntiaguda.

Vengo deslomado de reír,
loco por mi fortuna,
agradecido a la vida
por su generoso ofrecimiento.

Quienes hablan de mi amargura
no conocen mis vericuetos,
en los que bailan desbocadas
la alegría de estar vivo,
las sutilezas de encontrarme
cada mañana en los espejos,
saber de las horas y los libros,
escuchar música
e imaginar que todo lo despreciable,
lo inmundo, lo deshonesto,
la oscuridad que nos atenaza,
el dolor, la herida, la sangre,
serán solo sombras
al final del camino.

Soy un hombre con suerte,
y mi tristeza es un soliloquio
de hombre feliz que no se conforma
con esta alegría inusual
de ser un afortunado superviviente
en todos los naufragios.

Comentarios

  1. Alegría y suerte la nuestra, de volver a verte (y leerte) por aquí, aunque sea con tu legua puntiaguda...
    Por lo demás, nadie conoce apenas nada de los otros. Probablemente, ni de uno mismo. Y tenemos tanta tendencia a engañar(nos)...
    Abrazos recuperados.

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    Respuestas
    1. Querido amigo, verdad que andaba un poco abandonado de estas crónicas del vértigo... cosas de poetas de tres al cuarto... Yo también me alegro un montón de verte por aquí (pero eso ya lo sabes)... Y es verdad, nadie conoce a nadie, no nos conocemos ni a nosotros mismos, apenas sabemos algo de lo que nos anida... pero no debemos renuncias a la alegría, es de las pocas cosas bellas por las que merece la pena vivir en este mundo de mierda... (con perdón). Un abrazo grande...

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