La salida
De niño mi hermano resucitaba todos los días venía hasta mí me nombraba con sus ojos claros y en silencio dirigía mis pasos hasta la entrada de la casa Con el tiempo dejó de visitarme dejó de sonar su andar inútil sobre el suelo del salón dejó de crujir la vieja madera de su silla de inválido dejó de indicarme la salida también mi destino Ahora algunas mañanas de frío en el alba más oscura más callada me toca con su risa triste me trae el fiero sonido de la muerte y me recuerda sigue recordándome cuál es la salida donde se encuentra el verdadero artificio de resistir de continuar aún vivo