Lleno por favor
Verá usted, llevo todo el día transitando y ya
me avisó la reserva, cada vez encuentro menos gente, y no quiero llegar al
final más solo que la luna.
Así que me llena la calle hasta la boca del
metro, si es posible.
Necesito gente variada, sin toxinas ni
aditivos, de todos los tamaños y grados. El sexo parejo y la edad diversa,
aunque le confieso que me haría mucha ilusión ver unos cuantos niños
correteando por las aceras, pero sin molestar.
Me avisa cuando esté en su punto, debo terminar
este tránsito de tarde y necesito el bullicio de las voces, los pasos
acelerados y las miradas huidizas.
Esos señores de corbatas y maletines negros,
como que me los quita de ahí, dan mala presencia. Mejor los entra en los
comercios de lujo y los deja un rato, macerando, hasta que yo le diga.
Me interesa algún mendigo o vagabundo en
cuclillas, pidiendo unas monedas o algún bocadillo, pero que no provoque a los
niños ni asuste a las mujeres. Sencillo, incluso agradable y tierno. No es una
exigencia, pero me gustaría con barba rala y pálida, casi abandonada.
Póngalo todo a funcionar a la misma hora, esa
en que aminora la luz del día mientras se incendian las farolas y se iluminan
los escaparates.
Si quedo satisfecho prometo regresar más a
menudo para surtirme en sus depósitos. Esto de callejear por vocación desgasta
los zapatos y consume mucha gente, tanta que debo repostar un par de veces al
día; a primera hora de la mañana y esta misma del crepúsculo, y así me dura, al
menos, hasta el amanecer.
Sepa usted que el insomnio requiere de
paciencia y observación. Es un viaje que agota, pero conoce uno a todo tipo de
personas, mendigos, putas e inmigrantes incluidos, esos que al final, casi
agotado el depósito, aún aguantan en la calle, te sonríen, piden unas monedas o
te venden pañuelos de papel para las últimas lágrimas de la noche.
Así que, lleno por favor. Hasta agotar las
existencias.
Tenemos inmigrantes en general, y chinos en particular, que se encuentran en oferta. Ah, y varios ministros, no sé si le interesan.
ResponderEliminarAbracitos.
Los ministros me los aparta, el resto vienen bien para ocupar la calle decentemente... Abrazos para ti, amigo Amando...
ResponderEliminarCada día pides cosas más raras. Con lo bien que se está solo, sin nadie que te moleste. No sé porqué, pero me recuerda a una canción de Serrat, me suena algo, o no, joder, que viejo estoy.
ResponderEliminarPaco, no te falta razón... Mejor solo que mal acompañado. Pero a veces (sólo a veces) apetece llenar la calle con gente y sentir que se está vivo y acompañado. Lo de Serrat, la verdad, no tengo ni idea, si me dices la canción lo compruebo, a lo mejorm ha traicionado el subconciente... Gracias por pasarte y compartir. Un abrazo.
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