Lo que dura una canción

Salgo del trabajo
tengo una hora
(sólo una)
para comer y regresar
Llevo un mundo de músicas en el bolsillo
y escucho en mi soledad con auriculares blancos
a Lisa Hannigan
su tema Sea song cauteriza algunas heridas
y me hace transitar entre los niños que salen del colegio
y sus padres apresurados
con cierta agilidad y despreocupación

Un poco más adelante me asalta un rostro conocido
una mujer con la sonrisa al descubierto
que me saluda
me mira
corta mi trayectoria con un gesto de reconocimiento

Treinta años es mucho tiempo
incluso para saludarse
como si nos hubiéramos visto ayer mismo
Asombrado la recibo
le consulto sobre su vida
hablo de mi trabajo
de la hora para comer
de las prisas

Ella me habla de su divorcio
del paro
de estos días desconcertados y violentos
de tomar un café (o lo que se precie) otro día
que me encuentra muy bien
como si no hubieran pasado los años
por mis canas

No quiere molestar más
se despide con dos besos al aire de mis mejillas

La observo alejarse mientras voltea el rostro
y vuelve a saludar con sus manos
sonríe

Coloco los auriculares en mis oídos
Sea song ha terminado
(me asalta la obviedad de que no tengo
su número de teléfono)
Los reencuentros duran a veces
lo que dura una canción

Las esperanzas también

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