Entradas

Hastío

Me pondré al orden de lo cotidiano en el sencillo entramado de las cosas un visitante desconocido que arropa la esperanza de sobrevivir un día más y no perderse en la tibia ensoñación del aburrimiento Y ya me falta de todo incluso tu sonrisa y esas ganas de fiebre que turbaron las palabras por dónde los dedos dibujaban pequeñas tormentas invisibles huracanes Saldré consumido a la calle me mezclaré con las farolas tropezaré con los escaparates y ya nunca más el verso nunca más ese afán de tender en las cuerdas de la tarde los retales encontrados de este naufragio en que hoy habito tan lejos ya de ti tan perdido...

La joven y el acordeón

Imagen
La joven tocaba el acordeón no el acordeón tocaba a la joven acariciaba sus dedos se introducía en su pecho elevaba su falda mostraba sus rodillas encendía sus ojos La muchacha sonreía giraba la cabeza miraba calle abajo el sol la buscaba testarudo en su piel adormecida El acordeón flirteaba con las mujeres invitaba a los hombres hacía bailar a los niños tenía una joven atada en sus teclas respiraba de notas blancas y negras bebía del soliloquio invisible en el hombro denudo de la muchacha Mujer y acordeón ascendían del empedrado mordían la luz ardían en la sombra traicionaban mi corazón y lo incrustaban contra el dolor a favor de la ternura Calle arriba Pessoa atrás una canción portuguesa sostenía entre su pausada cadencia la mirada de una joven que tocaba el acordeón como si el acordeón le tomara el alma Era Lisboa otoño dos mil diez.

Por si acaso

Son casi las tres Ha llovido toda la mañana con un plácido tintineo en la ventana y su música de aguas y sombras Qué cansado lugar esta rutina de archivos y teléfonos confusos de falsas palabras sin sentido o del falso sentido de las palabras del incoloro perfume de los despachos Pero ya son las tres Me fugo huyo del pantanoso lodo de los relojes de las teclas del ordenador de la pantalla de números y fórmulas Llegaré en dos horas (más o menos) y espero encontrarte si es posible desnuda sobre el piano o la mesa de planchar Sólo por si acaso.

Sin respuesta

Hace tiempo que te añoro (desde los estambres de la soledad a las cumbres de la melancolía) Hace tanto tiempo que recuerdo que no me soporto el sueño y no duermo sólo miro por la ventana y te busco ¿De dónde viene esta insatisfecha procesión? ¿Por qué no puedo tirar del tiempo y recuperar aquella tarde de verano en el parque, tomarte de nuevo la mano y decirte, como entonces, dame una oportunidad, sólo una, y te trataré como a una reina? Pero te fuiste en silencio... Ya no recuerdo a dónde.

Ofrendas

Dame un pedazo de tierra húmeda, oscura, perfumada y plantaré una semilla de vida febril de futuro incierto Ofréceme la lluvia de los otoños bajo los zaguanes de aquella ciudad que conocimos y donaré mis abrazos al aire generoso de la noche Muéstrame el lugar el momento de la entrega la frontera de tus labios frutales, carnosos reconquistados y no dejaré jamás de recibir la tierra la lluvia, los abrazos y este pudor indomable que me asciende cuando te miro y sonríes y es otoño y aún te espero

Rendición primera

No tengo ninguna fe ni un reducto insurgente de la esperanza de ayer ni tan siquiera las migajas derramadas por los abrazos o las gotas del mercurio azul de una sonrisa No me quedan ya las esporas de lo cotidiano ni las tareas secretas del pecado o la avanzadilla silenciosa de las miradas Ya claudicó el tiempo de la espera los pasos firmes la voz rocosa el silencio irrenunciable de las tardes el canto brevísimo del bosque o el crujido marino de los ocasos No tengo ninguna fe no me queda pasión ni retorno y amanece sin más cualquier día en que extraño indiferente la leve lujuria de esta piel herida.

Indicios del desaliento

Imagen
Parte de las cosas que se aproximan no me pertenecen son retales de un descuido porciones de soledad que un día -hace tanto tiempo- quedaron prendidas de una memoria exhausta entre los vórtices del olvido. Todo eso que se acerca -amenazante- no lo busqué en medida alguna parecen sombras que traiga un otoño próximo tormentas lejanas que nos muestran sus relámpagos de horizontes oscuros Pero sin poder evitarlo ya están aquí con su áurea de potestad sobre todas las cosas y todas las miradas con su peculiar manera de sujetarnos de intentar huir sin demora cuando ya nos aprisionan y se apoderan del día y de nuestros ojos para mirar de otra forma para no reconocer otra luz que su luz -sombras taciturnas- otra verdad que la verdad que nos anuncian -la falsa procesión de los suburbios- ...y ya están aquí y me nombran pero no son mías lo juro nunca antes las conocí jamás pude reconocerlas