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Mostrando entradas de noviembre, 2013

Huesos

Los huesos no desaparecen fácilmente, todos los muertos dejan su osamenta como prueba de que existieron, de que fueron cuerpo y sangre, historia viva algún día. En las fosas comunes es común el restañar de huesos y desmemoria, allí habitan inmóviles los secretos, el dolor de los fusilados, de los asesinatos en masa, de las balas oxidadas en su alojamiento de cráneos, costillas, clavículas, caderas, el vacío de los vientres. Las manos atadas, la voz atada, la muerte insaciable que deja tierra, polvo y barro en el lugar de la carne, las arterias, los corazones. Pero los huesos no, los huesos permanecen, subsisten a pesar del tiempo y el olvido. El calcio omnipresente de los huesos los señalan, su postura apacible y su silencio los delatan.

The only living boy in New York

Todos los vuelos llegan a alguna parte y nada se queda en el camino Pero yo estaré aquí sin duda esperando una carta una llamada otro avión que aterriza y no estás Soy el único que vive aquí sólo en esta ciudad que pudiera ser New York París Lisboa tal vez Badajoz Todos los vuelos te alejan todas las ciudades entonces se extinguen Pero yo estaré aquí Recuerda la canción

Trayecto 18

 Equilibrista que sobre la cuerda tensa duda, calcula de nuevo, demora el paso siguiente y afronta su desprestigio en la medida indecisa de su pértiga. Así, prendido del miedo, anda este recuerdo de gestos imprecisos y palabras nunca pronunciadas. Si alcanzo el paso siguiente habré llegado a dónde habita el olvido, si me quedo inmóvil, en la suave postura del vértigo, en la duda continua de haber podido ser lo que nunca fui, de suceder lo que nunca sucedió, de vivir lo nunca vivido, no habrá renuncia donde ocultarme ni pábulo que me sostenga. Sigo, por tanto, en equilibrio, me aposto sobre la cuerda floja, no avanzo, no quiero ceder al hábito de esta incertidumbre, de esta manera inexacta de resistir a pesar del tiempo y sus cicatrices, a pesar de todo lo que está perdido de antemano.