Huesos
Los huesos no desaparecen fácilmente, todos los muertos dejan su osamenta como prueba de que existieron, de que fueron cuerpo y sangre, historia viva algún día. En las fosas comunes es común el restañar de huesos y desmemoria, allí habitan inmóviles los secretos, el dolor de los fusilados, de los asesinatos en masa, de las balas oxidadas en su alojamiento de cráneos, costillas, clavículas, caderas, el vacío de los vientres. Las manos atadas, la voz atada, la muerte insaciable que deja tierra, polvo y barro en el lugar de la carne, las arterias, los corazones. Pero los huesos no, los huesos permanecen, subsisten a pesar del tiempo y el olvido. El calcio omnipresente de los huesos los señalan, su postura apacible y su silencio los delatan.