Moscas en la boca
Un rubor de alas invisibles palpita en la comisura de tus labios. Un rugido de patas minuciosas recorren tu rostro salpicado. Cientos de ojos, decenas de trompas succionan de tus párpados la agotada sal de las últimas lágrimas, la impasible mirada ausente, este marginal despropósito de quietud en que te apoyas. Un quejido de luz avienta el vuelo de las moscas, un golpe de sopor las hace huir por un instante mínimo y escaso. Retornaran tozudas y hambrientas a robar de tu boca el exiguo alimento, la dulce saliva que la muerte exige en las ascuas del último día, en sus fauces de sombra y olvido. Las constantes moscas, el proceloso zumbido de su empeño.